sábado, 31 de marzo de 2012


                
                    EL “Centro José Guerrero“, es un museo excepcional, tanto por su una ubicación urbana, junto a la Catedral de Granada, como por la acertada  intervención arquitectónica en el edificio que lo alberga, con mas de un siglo de vida.
José Guerrero no sólo fue una de las voces más singulares del expresionismo abstracto americano, sino que además ejerció una notable influencia en la renovación del panorama artístico español en los años de la transición.
A pesar de su trayectoria tan destacada, el centro nos ofrece la posibilidad de ver obras de otros artistas, funcionando como un espacio público  que esporádicamente nos enseña obras de otros genios.

            Respecto a su obra, he de añadir que tiene un encanto especial, primeramente la exposición nos muestra dos cuadros que los podemos catalogar como figurativos, el primero de ellos , La aparición 1946, donde nos muestra la tragedia de los gitanos y la pena negra andaluza, que inspira la primera etapa del pintor. Aquí nos enseña una escena de velatorio con las mujeres enlutadas, junto al difunto tendido en el suelo, con cruces negras, extrañas flores en la hierba, y extraños ángeles y aves en el cielo. El cuadro se asocia con facilidad al mundo oscuro, supersticioso de las tragedias de Lorca. No obstante, se trata de un cuadro que lo podemos describir como infantiloide.  Nos muestra en él, una división simétrica en dos partes, contrastada esta misma por los colores, los cuales nos enseñan las dos escenas.




La aparición, 1946
Óleo sobre lienzo.


                    El otro cuadro figurativo del que antes hablaba, se trata de Panorámica de Roma, 1948, paisaje que Guerrero pintó desde su estudio en la Academia de Los tejados de Roma, y callejas de Roma con el Vaticano al fondo. Le salió un dibujo grueso y esquemático, subrayado por la alegría de los colores.
Respecto a la hora en la que el pintor efectuó el paisaje, deduzco que por los colores se trataba del atardecer.


Panorámica de Roma, 1948


Dejando al margen estos dos cuadros, y echando un vistazo al resto de la exposición, añado que parece introducirnos dentro de una abstracción biomorfica, pintura que parece asemejarse a lo que pudiéramos ver a través de un microscopio.
Guerrero con su obra nos lanza el mensaje de que él juega con el abstracto, no se trata de un ejercicio de color. Pinta como si fuese un puzzle, no dibuja, sino que mancha directamente por planos.

Más tarde Guerrero en su período de formación sale y entra, viaja por Francia en los años 40/45 y queda impactado por el tema de las vanguardias, en concreto por Matisse, influencia que se ve claramente en su obra.

Encontramos, dos cuadros de grandes formatos, encasillados en un expresionismo abstracto. En estos, el artista trabaja con la mancha, el color y la pincelada. Parece trabajar en ellos, con la parte del inconsciente, “ la mano inconsciente que construye el cuadro”. Se observa una pincelada nerviosa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario